EPÍLOGO
No me queda mejor forma de dar las gracias a todos vosotros, mi querida familia, que despedirme con una poesía. Es la primera que hago, así que perdón por mi catastrófica lírica.
Este Camino era sólo un sueño,
del que yo no era mi propio dueño.
Mi sino está en manos ajenas,
pero confío en que son buenas.
Mis dos hijos están ausentes,
aunque los tengo muy presentes.
Anhelo su cariño, sus sonrisas,
el tiempo me atiza con sus prisas.
Este largo tiempo sin vosotros,
no impedirá pronto un nosotros.
¡Oh Apóstol, hijo de Zebedeo!
ten en cuenta este lisonjeo.
Tu rayo divino guió mis pasos,
para que no haya mas ocasos.
Sé que tarde o temprano,
acabará este largo "verano¹".
Aquí tenéis un padre que os quiere,
y no hay nada ni nadie que lo altere.
Tengo los brazos siempre abiertos,
pero son tan vastos los desiertos.
Hasta pronto, queridos hijos míos.
Espero mis esfuerzos no sean baldíos.
Y que el amor profundo que yo siento
no sea llevado por el incesante viento.
Pablo
(1) No hace referencia explícita al periodo estival, sino a las vacaciones que parece haberse tomado la justicia...
GRACIAS DE CORAZÓN A MI FAMILIA
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