Día 12: MI HOGAR
Hora de salida 9:00 h; hora de llegada 0:00 h.
Lucerna (Suiza), Grenoble (Francia), Valencia (España), (1.342 km.)
Salgo tarde, a las 9:00 h, pero cuesta despedirse de los amigos. Manuel me indica como atravesar Suiza y cuál es el camino más rápido por el que él va a Alicante y me aconseja visitar Grenoble.
Pues eso hago. Atravieso Suiza, cada vez que ve un coche policial cruzo los dedos para que no miren la ausencia de la susodicha viñeta y, al cabo de un rato, salgo del país y entro sin problemas en Francia. Parfait.
Paso la frontera y a unos 100 km de la misma aparece un coche de gendarmes franceses, encienden las sirenas del coche policial, se pone a mi lado, me sacan el brazo amenazador y me chillan, no sé lo que dicen pero está claro que quieren que les siga. Certainement!
Me llevan a la primera salida de la autovía, me hacen bajar del coche, me realizan un montón de preguntas y me cachean. Son tres policías, dos chicos jóvenes y una señorita.
Tras el interrogatorio, la comprobación de la documentación y el cacheo de turno, me indican que vaya delante del coche y espere allí, igual que me pasó a la entrada de Suecia, pero en este caso la inspección del coche es manual, sin perro.
Suspiro, me imaginaba que me habría saltado algún radar o alguna señal, pero si es sólo registro de coche ya pueden buscar que yo no escondo nada, ni un cigarro siquiera que ¡no fumo oiga usted!
Abren todo el coche, todas las maletas, todo, todo. Dura más de media hora el registro del vehículo y el equipaje, al final, frustrados los gendarmes por no encontrar nada y con el coche patas arriba, me indica "you´re welcome", y me permiten continuar con mi flash road trip (Les choses de la vie).
A media mañana llego a Grenoble, realmente es una ciudad muy bonita. La veo de pasada sin detenerme mucho, ya que me gustaría llegar a casa y aun faltan 1.000 km.
Veo el teleférico y es genial, son varias cabinas esféricas seguidas, investigo y me entero que es el primero que se colocó en una ciudad en el mundo (allá por el 1934). Conecta con la ciudad con la fortaleza de Labastille, que se yergue imponente sobre el cerro y es el principal atracción turística de la ciudad. Espero subir con vosotros hijos míos la próxima vez, pero da una sensación de vértigo impresionante.
También paseo en coche por el centro histórico de la ciudad, es precioso, está lleno de iglesias y edificios monumentales, hay muchos museos y parques. Quiero volver con más tiempo y estar un par de días aquí. Así veré el palacio de los deportes, que es una joyita arquitectónica, la Torre Perret, ahora en restauración (que es la primera torre de hormigón construida en Europa, en 1924, hecha para la Expo), ....
Volveré. Con vosotros hijos míos claro, jeje.
Bueno, tras esa fugaz vista pongo rumbo a Valencia, ya sin paradas, sólo las justas para peajes y gasolina.
Se hace de noche cuando atravieso Cataluña ya en España, pero saco energías, sólo queda un poco más y ya está, ya se ve mi hogar, vacío, pero que yo lo lleno al entrar con ilusiones, con las experiencias de este viaje, con las pilas cargadas, con los sueños intactos de volver a estar junto a vosotros, queridos hijos míos...
Este final del viaje es sólo el principio de otro viaje, mucho más importante, que espero empezar con vosotros, un nuevo rumbo en mi vida, lleno de esperanzas e ilusiones.
Recuperar el tiempo y el amor perdido con vosotros es lo más importante para mí y espero que cuando leáis esto de mayores os deis cuanta de lo mucho que os quería y luche por vosotros.
Un beso a todos. Gracias a todos por leer esta matraca, ayudarme y escucharme.
Si ha sido un rollo lo siento, por lo menos habían fotos bonitas, jeje.
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OS QUIERO INFINITO HIJOS MÍOS. NO LO OLVIDÉIS NUNCA.
Ocaso en Nordkapp.
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P.D. Tengo que confesar una cosa, jeje. realmente el viaje no lo hice del todo solo. Me acompañaba en todo el viaje el amor a mis hijos y el de toda mi familia, que no me hicieron sentir solo en ningún momento. Notaba su aliento y esperanzas conmigo. Quizás no estuvieran físicamente allí pero sí en en el corazón.
Y también me acompañó San Pancracio, que velaba por mi en todo el trayecto y para que no me faltase el trabajo en el futuro, jeje.
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