Día 11: Prado-Verde
Hora de salida 6:00 h; hora de llegada 0:00 h!!!!
Hanóver, Baden-Baden, Mummelsen, Freudenstast, Triberg, Titisee y Friburgo (Alemania), Lucerna (Suiza).
(1.009 km).
Salgo a las 6:00 de la mañana debido a que el coche lo tengo aparcado en una zona del centro de la ciudad en la que sólo se puede dejar por la noche y hasta las 6 de la mañana. Pongo rumbo a la Selva Negra, Schwarzwald para los alemanes. Pare ello tengo que atravesar dos Länders más (y cómo no, volvemos a los leones que gustan por estas tierras, jeje):
a) Hesse. Su ciudad más poblada es Fráncfort del Meno (en donde realizaré un curso el año siguiente sobre formación para el profesorado a nivel europeo, pero eso es otra historia que quizás os cuente algún día...).
Su bandera es bicolor, rojiblanca, al igual que el león de su escudo, que parece del atletí, jeje.
b) Waden-Wurtemberg. Cuya capital y ciudad más poblada es Stuttgart.
Escudo de armas, sólo utilizado por las altas autoridades. Blasón con tres corones de sable en palo, lampasados de gules, seis escudos en corona, y en el tenante un ciervo a diestra y un grifo a siniestra.
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La ciudad de partida, por así decirlo, de la ruta más conocida de la Selva Negra es Baden-Baden. Pongo rumbo allí sin hacer paradas y, presto, llego a la oficina de turismo que está en la entrada de la ciudad. Me dan mucha información y lo más importante, mapas. En esta población comienza la ruta más conocida por la Selva Negra, la carretera federal B-500, conocida por la carretera Alta de la Selva Negra o también la Schwarzwaldhoscstrasse (madre mía, por más que lo intento no consigo leerlo de una tirada, probar vosotros hijos míos, jeje).
Se trata de la carretera panorámica más antigua de Alemania, con 65 km.
La Carretera ofrece unas espléndidas vistas al valle del Rin y, al fondo, a la cordillera de los Vosgos franceses. La ruta comienza en Baden-Baen y concluye en Freudenstast.
-Baden-Baden. Realmente es una preciosidad de ciudad, de cuento de hadas, callejear por ella es una delicia. Con sus balnearios, bares y restaurantes, palacios, museos, iglesias y su casino, que Marlene Dietrich dijo que era el más bonito del mundo, o el Festpielhaus, que es el segundo teatro de ópera más grande de Europa.
La carretera hacia Freudenstast es muy bonita, pero tampoco lo espectacular que me imaginaba de la Selva Negra, quizá por venir de ver otros paisajes espectaculares en el norte de Europa.
- Freudenstast (o Ciudad de la Alegría, en español). Llena de turistas y con razón, tiene un centro histórico bonito, su plaza del Mercado es la más grande de Alemania. Ha sido reconstruida varias veces, ya que siempre se han ensañado con la ciudad en cada guerra.
Han montado un mercadillo en la plaza de comidas y productos típicos, Decido llenar el buche allí.
A partir de este punto comienza otra ruta clásica, la llamada Ruta de Los relojes de Cucú. Me parece interesante por su historia, los paisajes y, por supuesto, por su gastronomía, con la tarta de la Selva Negra como principal abanderado (Schwarzwaldtorte), aunque no por ello hay que desmerecer otros platos regionales como son el pastel de cebolla caliente (zwiebelkuchen), las carnes de caza (como el corzo y el jabalí) y, como no, los conocidos vinos de la zona, principalmente blanco, o incluso el aguardiente de cereza (Kirschwasser), entre otros muchos platos típicos.
Esta ruta circular atraviesa muchos pueblos encantadores, siendo los más famosos Triberg, Furtwange, con su renombrado Museo Alemán de los Relojes, y Titisee. Pues nada, a visitarlos.
- El ambiente en Triberg es muy agradable, llenos de turistas y casas de venta de relojes de cucú. Está repleto de tiendas vendiendo este producto. En el mismo pueblo nace una ruta senderista de varias horas que se adentra por el bosque y entre las cascadas, y con la ardilla roja como mascota del parque.
Me parece agradable el paseo por la montaña y allá que voy, paso por los puentes sobre las cascadas, veo muchas ardillas y respiro aire sano. En este parque hay un montón de pruebas para niños, como tirolinas, puentes colgantes, pasarelas, escaladas, así que tenemos que ir hijos míos.
- En cuanto a Titisee, está llena de gente, aunque cierran pronto. Ofrecen paseos en barca por el lago y hay un montón de ofertas de restauración y tiendas de recuerdos.
Con este pueblo termino mi Ruta del Cucú y pongo rumbo a Friburgo.
Pero antes debo decir que he podido comprobar que en muchas áreas esta zona ya no se puede llamar Selva Negra, de forma espuria, sino más bien Prado Verde. El hecho es que vastas áreas arboladas han sido totalmente taladas para dar paso a campos de pastos para los rebaños, con un fin puramente económico, pero se pierde el encanto que perduraba en mi imaginación de transitar por carreteras en las que los rayos del sol no eran capaces de llegar al suelo por la frondosidad del bosque. Prueba de ello son algunas imágenes que tomé, que pena verdad:
Por la Ruta del Cucú, veo muchos crucifijos al lado de la carretera, de gran tamaño, e incluso en las propias fachadas de muchas de las casas de la zona:
Por el camino hay que llevar cuidado, que ya se sabe...
Aunque de todas las advertencia y avisos que he visto en este viaje, tanto de animales, con y sin cuernos, como de los trolls, de motos de nieve, etc., el animal que más miedo me da de todos es, sin lugar a dudas, el que sigue:
- A media tarde llego a Friburgo, ciudad monumental, una auténtica maravilla y una de las que más me han gustado de todas las que he visitado, no sólo en este viaje. Universitaria, limpia (está considerada entre las 10 ciudades más limpias del mundo), buen merece repetir con vosotros, hijos míos.
Ha sido magníficamente restaurada después del bombardeo que sufrió en 1944, donde se destruyó el 90% de la ciudad, aunque milagrosamente la impresionante catedral se salvó, quedó prácticamente intacta (aunque siempre está con andamios y sólo en dos ocasiones se quitaron, coincidiendo con las visitas de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI). Las vidrieras son originales del s. XIII.
Me encanta la ciudad, sus edificios, las numerosas plazas, los pequeños canales que recorren las calles, los tranvías, el entorno paisajista, el ambiente juvenil que hay, con pubs llenos de gente de todas las edades tomando cervezas, ..
Cuidado con los cocodrilos!!!
En la plaza de la catedral hay un ambientazo, una banda de música completa de alemanes cerveceros, casi son más grandes sus jarras de cerveza que sus instrumentos musicales, ameniza a los comensales de bares y restaurantes. Han colocado mesas libres en la plaza y puestos de comida callejera. Parece un sitio perfecto para tomar algo, así que ceno en una mesa comida típica de la región junto a varias personas más sentadas en la misma tabla.
Es tarde ya, casi las diez de la noche, la jornada ha sido larga y con muchas paradas para visitar pueblos y hacer rutas en coche. Pero pienso que si avanzo un poco más, mañana quizá pueda llegar de una tirada a Valencia, así que saco energías de donde sea y me pongo en ruta, la idea es bajar más al sur y, antes de entrar a Suiza, desviarme por encima de ella, sin entrar en Basilea, y dirigirme a la francesa Besanzón.
No quiero entrar en Suiza por no pagar la famosa viñeta, ya que sólo estoy de paso y no pretendo visitar el país en este viaje, ya lo conozco anteriormente y lo reservo para otro momento. Para unas horas que voy a estar atravesándolo no compensa.
Me pongo en marcha, y antes de llegar a la frontera estoy pendiente del desvío pero, no sé cómo, aparezco en el puesto fronterizo, son las 11 de la noche y el policía me dice que pase, yo quiero dar media vuelta pero ya es demasiado tarde, así que entro en Suiza sin la viñeta. Si me pillan sin ella la multa son muy elevadas, además de tener que pagar la susodicha viñeta de las narices.
Pues nada, pongo rumbo a Berna y paro en un área de descanso. Le mando un whatsapp a un amigo español que vive en suiza, Manuel, no sé en que parte vive ni siquiera si está aquí, pero le se lo mando a esta horas para que, con fortuna, lo lea, ya que mi intención es que me informe de la mejor forma de atravesar Suiza y cómo evitar que me pare la policía por lo de la viñeta.
Al minuto me contesta, me dice que está aquí, que dé media vuelta rumbo a Lucerna y que me espera allí con las puertas abiertas de su casa para que pase allí la noche. Muy agradecido y muy contento me voy para allí, pero se hacen más de la 12 de la noche cuando llego.
Quedo con mi amigo, nos ponemos al día, tomamos algo, vemos la tele y sobretodo, me pego una reconfortante ducha que estoy agotado y me voy a dormir, que mañana espera otro día de muchos kilómetros (unos 1.400 km).
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SUIZA
La bandera suiza es un campo rojo cuadrado con una cruz griega blanca equilateral en el medio de la bandera. Junto con la bandera del Vaticano, son las dos únicas enseñas de países que tienen una proporción cuadrada (1:1).
La forma deriva posiblemente de la del cantón de Schwyz, que recibió la estrella plata por su ayuda a las tropas al Sacro Imperio Romano.
Suiza se compone de 26 cantones, casi sin quererlo atravieso en mi estancia nueve:
Las banderas por aquí son más bien sencillas, por lo general un cuadrado bicolor básico (no comment...).
a) Basilea ciudad
b) Basilea Campiña
c) Soleura
d) Berna (pero quién ha hecho ese dibujo tan horroroso del oso moribundo!!!).
e) Lucerna
f) Friburgo
g) Vaud
h) Ginebra
i) Argovia
Son divertidas estas banderas cantonesas, todas cuadradas como la del país helvético.
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"Creo que el cambio de ritmo es lo que nos mantiene vivos. En España he oído tanto ruido desde mi ventana que no podía soportarlo. En Suiza, es la falta de ruido lo que me vuelve loca".
Frase de Geraldine Chaplin.
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